04 julio 2005

Hipocresía musical


Durante el pasado fin de semana se celebró una loable obra caritativa. Las estrellas mundiales de la música ofrecieron un concierto simultáneo en ocho ciudades de todo el planeta. El objetivo, recaudar dinero contra la pobreza en África y denunciar que en el continente negro mucha gente muere porque no tiene nada que llevarse a la boca. Como no, la iniciativa me parece genial. ¡Quién puede decir lo contrario! Es intolerable que unos se gasten millones de dólares para destruir un meteorito que está a millones de kilómetros de la Tierra mientras en esa misma Tierra otros no pueden pagarse sus alimentos. Lo que me parece más discutible es si estas estrellas hacen todo lo que pueden por cambiar la situación.

Soy consciente de que este comentario tiene mucho de demagógico. Pero me apetece hacerlo. Paul McCartney es una de las personas más ricas del planeta. Sólo con cobrar los royalties de las canciones que compuso para The Beatles gana una fortuna al año. El de Liverpool nos pide que pensemos en los hambrientos africanos, que les ayudemos. Con una cuarta parte de su riqueza podrían comer ciudades enteras durante más de cinco años. Nos dicen que ellos también dan dinero y, sobre todo, que prestan su imagen para ayudar a este proyecto. Cierto. Pero si Bono da un millón de dólares a una ONG (no sé si alguna vez lo ha hecho), es de agradecer, pero a lo mejor representa una centésima parte de lo que consigue en un año. En esta proporción, a mi me correspondería dar 10 euros al mes. Podrían hacer más.

Comentario demagógico al margen, creo que si cabe decir que nos están vendiendo caridad por solidaridad. La charity anglosajona es un movimiento muy extendido. Dar lo que te sobra para que otros que tienen menos lo aprovechen. Está bien, pero a mi me recuerda al nefasto rastrillo madrileño y franquista, con Pitita Ridruejo y Ana Botella a la cabeza, o a los telemaratones de Navidad. Lo que es de admirar es que gente sacrifique dinero que necesita o tiempo preciado para ayudar a los demás. Que sea SOLIDARIA en toda la amplitud de su concepto. Por eso he de decir que admiro mucho más a una amiga mía que este verano va a quedarse sin vacaciones porque prefiere ir a El Salvador a ayudar a un proyecto de escolarización y difusión del deporte que a los músicos que promovieron los conciertos de Live 8.

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