24 abril 2007

Un vendedor güeno

Parece una noticia falsa. Pero ha aparecido en todos los medios hoy. Un tío que anunciaba por las calles que tenía costo en casa y que lo vendía. Y qué mejor, que con un anuncio claro, directo y que todo el mundo pudiera leer. Es la ley de la publicidad, llegar al mayor número de personas posible. Por eso lo colgó por las calles de Badalona. Lástima que los Mossos de Esquadra también sepan leer y lo hayan detenido. El texto dice así:


"Costo del gueno. Vendo costo de guena calidas ha chabale rollao y no venir lo menore. Esperar al lao de la bentana de detras mí casa y en lo banco de asentarse. no llamar la atension o no su vendo na. podei silvar o llamarme y sargo po la bentana. vale 20 uros una barrita. Ta bíen. planos / Me llamo ...."
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11 abril 2007

El túnel

Llegaba tarde. Había estado pensando todo el día en ese momento. En ese partido. Y ahora se iba a perder el inicio. El metro no se movía en el momento menos oportuno. Cuando más ganas tenía de llegar a casa y ponerse ante el televisor. Nadie sabía por qué, pero el vagón no avanzaba, anclado entre las estaciones de Vallcarca y Lesseps. Quedaban sólo 20 minutos para que comenzara el encuentro y tenía los nervios a flor de piel. Calculaba: “Si llego a Diagonal en cinco minutos, hago el trasbordo corriendo y viene pronto el metro de la línea azul, podré estar en Entença a menos cuarto. Me bajo del metro y voy cagando leches a mi casa de la calle Rocafort. Sí, sólo me perderé los primeros minutos”.

Una voz acabó de repente con todas sus esperanzas. “Por motivos técnicos –decía el conductor a través de la megafonía interna- hay que desalojar el convoy. Diríjanse en dirección a la estación de Lesseps.” ¡Maldición! Un desalojo en mitad del túnel. Renegando y ansioso por acabar con el viaje cuanto antes, abandonó el vagón el primero. Aceleró el paso y sintió un escalofrío. No había imaginado que el camino fuera tan largo. La oscuridad y la humedad cada vez eran mayores. De repente, recordó que su móvil tenía una función de linterna que no había empleado nunca antes. Una tontería de accesorio que por fin iba a serle útil. La encendió e iluminó el camino andado. Asombrado, comprobó que no le seguía nadie. Su paso había sido rápido, sí, pero no tanto como para dejar atrás a toda la marabunta que le acompañaba en el metro. Su angustia fue creciendo. El partido había pasado a segundo plano. Lo importante ahora era salir de allí.

Sin pensarlo demasiado, comenzó a correr. Estaba claro, se había equivocado de camino. Seguro que se había saltado alguna señal, algún acceso o alguna bifurcación. La falta de luz le había jugado una mala pasada. Y sus ansias también. Sus ganas de llegar a casa cuanto antes para ver el fútbol le habían dejado solo en el túnel con la mínima luz que le ofrecía la linterna de su móvil. ¡Ahora entendía por qué no la había utilizado nunca! Su nerviosismo se acrecentaba y los ruidos de su alrededor no ayudaban a calmarlo. Una gotera, el movimiento de algún animal de cloaca, el viento que se colaba por alguna rendija… Prácticamente sin aire, llegó a un punto de cruce. ¡Cómo no lo había visto antes!

No lo dudó y tomó este nuevo desvío. Pronto confirmó que volvía a estar en el camino correcto, ya que con la escasa luz de su teléfono comprobó que pisaba la vía. Una sonrisa se dibujó en su boca al volver a la senda correcta. “La segunda parte, la veo”, pensó. Su alegría se esfumó cuando oyó el traqueteo de un tren a lo lejos. ¿Cuánto tiempo había estado en el túnel? “El suficiente para que el servicio se reemprenda”, se respondió a sí mismo. El ruido del metro era cada vez más próximo. Tenía que cambiar de vía para no ser embestido. Pero ese no era su día, estaba claro. Los faros de otro convoy iluminaron su espalda justo cuando saltaba de un raíl a otro. Los frenos se mostraron eficaces, aullando ensordecedoramente en mitad del túnel. Pero no lo suficiente. Nunca se enteró de la victoria de su equipo.

Inicio con este una nueva serie de pequeños relatos que espero poder continuar. Pequeñas historias de ficción con las que saciar mi sed de escritura. ¿Os ha gustado? ¿Os atrevéis a hacer un final alternativo?

Por cierto, este lo presentaré al concurso de TMB con motivo de Sant Jordi. Votadme o os arrepentiréis.