23 octubre 2007

Los Héroes de Sevilla

Durante toda la mañana, Sevilla era un hervidero. Miles de personas venidas de toda España paseaban por el centro con una camiseta negra y una HS impresa en el pecho. El ambiente parecía más el de una final europea de fútbol que el de un cocierto. Aunque con todos los asistentes del mismo equipo. Después de tapear y comer, la peregrinación se trasladó camino del estadio de la Cartuja. La cita era a las nueve de la noche, pero nadie se quería perder los prolegómenos. Los alrededores del recinto estaban abarrotados. Vendedores de camisetas se frotaban las manos ante la avalancha de aficionados. Ninguno adolescente, casi todos de veintilargos o treintañeros. Aún así, el botellón era descomunal. Las puertas ya estaban abiertas, pero mucha gente apuraba los últimos tragos. Ya en el estadio, la seguridad de que algo grande iba a pasar allí. Las enormes gradas y la pista se iban llenando. A las ocho, prácticamente todo el mundo había cogido su sitio. Pocos se movían, cautelosos de perder una posición más o menos privilegiada. El ambiente iba creciendo y la gente se animaba. Los aviones que sobrevolaban el cielo eran suficiente motivo para que la gente jaleara y se riera. A las nueve, las 70.000 personas que abarrotábamos la Cartuja no podíamos esperar más. Mirar alrededor tuyo y ver a tanta gente es impresionante, os lo aseguro. Diez minutos después, las luces se apagaron. A más de uno se nos hizo un nudo en la garganta. A todos se les puso la piel de gallina.

En el escenario, lo dieron todo. Enrique, Joaquín, Pedro y Juan demostraron que siguen siendo unos Héroes. A cualquier otra persona se le hubiera venido el alma a los pies al ver tantas cabezas debajo suyo, a un lado y a otro. Pero ellos ofrecieron su mejor versión. El público, entregrado, demostró que 11 años de espera habían sido demasiados, pero que estar allí valía la pena. Todas y cada una de las canciones fueron coreadas, aunque especialmente emocionantes fueron
Deshacer el mundo, Sirena varada, Entre dos tierras, Maldito duende y, sobre todo, La chispa adecuada. Cientos de cámaras se encendían en la oscuridad de la noche sevillana. Dos bises -más que preparados- y un espectáculo de fuegos artificiales pusieron el colofón al concierto. Habían pasado dos horas y medias. Sin voz y con los ojos como platos por lo vivido allí, las 70.000 personas desfilaban con la seguridad de que habían presenciado un acontecimiento histórico.

P.D.: Increíble, pero cierto. Os dejo el enlace del audio del concierto. Ya está colgado en Internet. Eso sí, es el sonido desde un punto de la grada, con sus correspondientes comentarios, emociones y berreos ;)

Héroes del Silencio en Sevilla



09 octubre 2007

Hasta la victoria siempre

Este artículo del blog argentino de fútbol www.valechumbar.com nos descubre una faceta no muy conocida del Che Guevara, el revolucionario fallecido hace 40 años. Me ha gustado y por eso lo reproduzco:

Era asmático por lo que el doctor le recomendó a la familia Guevara Lynch que su hijo Ernestito realizara alguna actividad física. A los cinco, ya había aprendido a nadar con mucha habilidad. En esas épocas de sierras cordobesas se interesó por el alpinismo. También se destacó en el golf.

Fue el máximo impulsor del ajedrez en Cuba, ya que para él representaba “un educador del raciocinio”. Incluso recibió el título de Caballero de la FIDE. Aunque su gran pasión era el rugby, deporte que practicó de los 14 a los 23 años, y gracias a esa locura por la ovalada, mezclada con el periodismo, creó la revista Tackle. Como periodista cubrió los Juegos Panamericanos de México en 1955 para la Agencia Latina.

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El fútbol era una de sus pasiones y se lamentaba que el mismo no despertara tanto interés en Cuba. En 1962 logró que Botafogo visitara la isla.

“Leía las crónicas deportivas para informarse sobre los campeonatos profesionales de fútbol y como la mayoría de sus amigos eran adictos a los mismos clubes (Boca o River) Ernesto quiso elegir uno distinto. Cuando descubrió la existencia de Rosario Central, un club de la ciudad donde él había nacido, adhirió fervorosamente a su divisa. A partir de ese instante le encantó que le preguntaran ‘¿ De qué cuadro sos?’, porque le daba la oportunidad de responder con cierta altivez: ‘De Rosario, de Rosario Central. Yo soy rosarino‘. No tenía la menor idea sobre esa ciudad ni había visto jamás a su equipo, pero él era rosarino y defendía su identidad…”, afirmó Hugo Gambini, autor de “El Che”.

En el canalla tenía como ídolo al Chueco García, puntero izquierdo que luego brilló en Racing y al que se lo apodaba como “el poeta de la zurda”. En su estadía cordobesa adquirió simpatía por un club de los no poderosos, el Sportivo Alta Gracia.

Ernesto Guevara padre contaba una anécdota futbolera:

“Estando en el Sierras Hotel de Alta Gracia, cuando mis hijos Roberto y Ernesto aún eran niños (ocho y once años) un íntimo amigo mío les preguntó a modo de broma: ‘¿A que no saben los nombres de los jugadores de Boca?’. Cuál no sería la sorpresa de mi amigo cuando los dos al unísono le fueron dando a toda velocidad los nombres de los once jugadores. Las personas allí presentes se reían a carcajadas al comprobar la rapidez con que habían contestado la pregunta; pero lo que no sabían los que escuchaban es que además podían dar de memoria los nombres de los jugadores de River, de Racing, de Tigre y de la mayoría de los cuadros de primera división. Y es que realmente el fútbol los apasionaba”.

El Che era arquero, simplemente por ese gusto de revolcarse por el suelo. Aunque a veces salía de los tres palos para perseguir al mejor jugador rival. Su objetivo siempre fue el ayudar a su equipo y no el destaque individual.

A 40 años de su muerte (9/10/67), amado y odiado, nunca ignorado, el Che en su vida revolucionaria tuvo tiempo para el deporte. Vale la pena destacarlo.