09 octubre 2007

Hasta la victoria siempre

Este artículo del blog argentino de fútbol www.valechumbar.com nos descubre una faceta no muy conocida del Che Guevara, el revolucionario fallecido hace 40 años. Me ha gustado y por eso lo reproduzco:

Era asmático por lo que el doctor le recomendó a la familia Guevara Lynch que su hijo Ernestito realizara alguna actividad física. A los cinco, ya había aprendido a nadar con mucha habilidad. En esas épocas de sierras cordobesas se interesó por el alpinismo. También se destacó en el golf.

Fue el máximo impulsor del ajedrez en Cuba, ya que para él representaba “un educador del raciocinio”. Incluso recibió el título de Caballero de la FIDE. Aunque su gran pasión era el rugby, deporte que practicó de los 14 a los 23 años, y gracias a esa locura por la ovalada, mezclada con el periodismo, creó la revista Tackle. Como periodista cubrió los Juegos Panamericanos de México en 1955 para la Agencia Latina.

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El fútbol era una de sus pasiones y se lamentaba que el mismo no despertara tanto interés en Cuba. En 1962 logró que Botafogo visitara la isla.

“Leía las crónicas deportivas para informarse sobre los campeonatos profesionales de fútbol y como la mayoría de sus amigos eran adictos a los mismos clubes (Boca o River) Ernesto quiso elegir uno distinto. Cuando descubrió la existencia de Rosario Central, un club de la ciudad donde él había nacido, adhirió fervorosamente a su divisa. A partir de ese instante le encantó que le preguntaran ‘¿ De qué cuadro sos?’, porque le daba la oportunidad de responder con cierta altivez: ‘De Rosario, de Rosario Central. Yo soy rosarino‘. No tenía la menor idea sobre esa ciudad ni había visto jamás a su equipo, pero él era rosarino y defendía su identidad…”, afirmó Hugo Gambini, autor de “El Che”.

En el canalla tenía como ídolo al Chueco García, puntero izquierdo que luego brilló en Racing y al que se lo apodaba como “el poeta de la zurda”. En su estadía cordobesa adquirió simpatía por un club de los no poderosos, el Sportivo Alta Gracia.

Ernesto Guevara padre contaba una anécdota futbolera:

“Estando en el Sierras Hotel de Alta Gracia, cuando mis hijos Roberto y Ernesto aún eran niños (ocho y once años) un íntimo amigo mío les preguntó a modo de broma: ‘¿A que no saben los nombres de los jugadores de Boca?’. Cuál no sería la sorpresa de mi amigo cuando los dos al unísono le fueron dando a toda velocidad los nombres de los once jugadores. Las personas allí presentes se reían a carcajadas al comprobar la rapidez con que habían contestado la pregunta; pero lo que no sabían los que escuchaban es que además podían dar de memoria los nombres de los jugadores de River, de Racing, de Tigre y de la mayoría de los cuadros de primera división. Y es que realmente el fútbol los apasionaba”.

El Che era arquero, simplemente por ese gusto de revolcarse por el suelo. Aunque a veces salía de los tres palos para perseguir al mejor jugador rival. Su objetivo siempre fue el ayudar a su equipo y no el destaque individual.

A 40 años de su muerte (9/10/67), amado y odiado, nunca ignorado, el Che en su vida revolucionaria tuvo tiempo para el deporte. Vale la pena destacarlo.

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