Betis, campeón de los paletos

Alucinado. No se me ocurre otra palabra para definir como asistí perplejo a la celebración que hizo el Betis tras su triunfo sobre el Sevilla FC. Los jugadores se abrazaban, se tiraban al césped como si fuera una piscina, lanzaban balones al público... Vamos, que les faltó dar la vuelta olímpica al campo. Ni con un título hubieran tenido la fiesta que vivieron el sábado en su estadio. Bien, enhorabuena. Pero vamos a analizar el triunfo. 1-0, gol de Oliveira desde fuera del área con un bote afortunado de la pelota que despista a Notario. El resto del partido, naderías. Sopor. Aburrimiento. Tres puntos al saco verdiblanco y a seguir tres puntos por debajo del equipo de Joaquín Caparrós. Fuera de la zona de Champions League y con un calendario, cuanto menos, difícil.



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Con este panorama, que menos que decir que se trató de una celebración totalmente desaforada. Los motivos están claros. La rivalidad entre ambos equipos es manifiesta. Además, este triunfo no llegaba desde hacía 10 años (desde que murió Lola Flores, que se dice pronto). Pero detrás de esto se oculta que los jugadores béticos reconocían mentalmente la superioridad de los sevillistas. Lo debían considerar como una hazaña imposible la de vencer a sus vecinos y rivales. He aquí su alegría. Algo así como cuando San Marino le gana a España. No sé si el Betis acabará en UEFA, en Champions League, superará al Sevilla o ganará la Copa del Rey. Lo que si logró el sábado es un título lamentable: el de campeón de los paletos.